domingo, 17 de febrero de 2013

ABSTRACCIÓN NADA CONCRETA



Exposición “Sin Título”, de Jorge Perianes
Galería MaxEstrella, c/ Sto. Tomé, 6
31 de enero a 23 de marzo, 2013
MANUEL GAMAZA CRESPO

El gallego Jorge Perianes expone individualmente en la galería, realizando una historia evolutiva de sus ideas abstractas y proyectos más habituales y recurrentes, situándolos en el espacio óptimo, concibe sus obras como fábulas que hablan del absurdo, el vacío, el desaliento y el drama, como acontecimientos y sentimientos esenciales a nuestra vida. Ya había colaborado con ellos bajo el proyecto de Marlon de Azambuja, Caminar la línea, 2012, donde cortando los fustes de las columnas y desplazando ligeramente las paredes generaría sensación de inestabilidad.

La evolución de su obra, pensando en los motivos utilizados, revisa iconos recurrentes y aprecia una progresiva deriva hacia los aspectos más sintéticos y elementales, casi abstractos. Motivos recurrentes serán la escalera de mano como elemento metafórico, conector del mundo real y el onírico, vía de comunicación de doble sentido entre distintos niveles, que ya estuvo presente en los Project rooms para ARCO’07 o en instalaciones del MUSAC o el MACUF, y los pájaros de apariencia juguetona con el propio espacio y con las sombras proyectadas. Referentes en su obra serán Gordon Matta-Clark, Heimo Zobering, Liliana Porter o René Magritte, más atrás en el tiempo; Rafael Lens será el comisario que más colabore con sus proyectos, en su región natal. Al artista le interesan tanto los aspectos simbólicos de los objetos, como “verlos reducidos a sus mínimos elementos de expresión”. Él mismo nos dice que busca “el cuadro”, “el reloj”, “los genéricos”, todo el cruce de referencias manifestándose minimizado hasta casi desaparecer, hasta reducirse a lo más elemental, haciendo variaciones sobre la idea troncal.

La idea de juego y la escenografía de la galería adquieren presencia contrastando con una materialización planteada desde la economía y claridad positiva, resumidas en la perfecta conjunción de todas las obras expuestas; adopta estrategias ocupacionistas del espacio mediante la introducción de objetos, la activación del espacio que alberga la obra incorporándolo a la misma o la configuración de la idea exterior-interior. Explora la dualidad entre el elemento permanente y el portátil, además de la presencia de lo orgánico, la naturaleza pensada como hábitat de lo prodigioso y del individuo. En su obra destacan las instalaciones que combinan elementos naturales, simulacros de paisajes y árboles con insectos y aves, con obras auráticas como diría Benjamin. Son instalaciones que invitan a la sonrisa, al recuerdo personal, al descubrimiento del guiño del artista, invitan a la vanitas melancólica del encuentro con la belleza al acudir a una exposición, y de las que emerge la belleza viva de la inteligencia.

Sus cuadros, acrílico sobre madera, tienen conciencia de ser paisajes pintados, jugando con su inclinación, iluminación y sombreado, y sus roturas; vemos sólo un fragmento del paisaje representado, bien porque la información que falta resulte superflua o bien porque considere que con un fragmento de lo que suponemos real nos baste para componer el cuadro completo: desde paradisíacas palmeras a fríos bosques. Hay una ausencia permanente, o más bien una presencia problemática, la de la figura humana y la imposibilidad de darle un rostro, un alma, una nueva comprensión del anonimato en la sociedad contemporánea. En otras ocasiones su visión es más ácida y directa como en el caso de la obra más abstracta de la muestra, un paralelepípedo blanco ante un espejo que se fragmenta en añicos sin romperse. Impresionan los paneles mordidos o cortados a golpes irregulares, sobre o bajo los que yacen cuadros con la superficie pintada oculta o invisible. La muestra gira en torno a la dualidad de objetos producto del hombre con los que no, una compenetración crítica entre objeto natural, orgánico, y objeto manipulado, industrial: espejo-cigarro, pájaro imaginario, fugitivo-jaula, roca intervenida-andamiaje, hierva-arquitectura, pladur, manzana devorada-madera tallada, vino-vidrio manipulado, madera-pintura. Nos plantea el interrogante de si debemos contentarnos con la realidad o profundizar en lo interior e ir más allá. ¿Acaso nuestra civilización impide toda pretensión de la naturaleza imponiendo nuestro modo de vida industrial, manipulado y globalizado? Desde luego que la hierba que asoma del pladur nos evoca al aislamiento, la dictadura humana para lo natural.

Las copas, proyecto expuesto más reciente del artista, alzadas sobre sencillísimos pedestales de pino blanco, juegan con la dualidad entre objetos intervenidos y naturales. Los pedestales están de mayor a menor altura, lo que plantea, bajo mi punto de vista, el devenir de la sociedad en la historia, un interrogante crítico con su transcurso. Las copas, medio vacías, de champán unidas por un pequeño bloque de hormigón simbolizarían el conformismo existente en una sociedad obsoleta que trabaja sometida al poder; el vaso de tubo con un pico hacia arriba, esta sociedad, que sacrifica sus intereses, alzada contra el poder; un vaso de copa con una abertura a modo de puertecilla, la apertura de nuevas ideas sociales; y en el pedestal de menor tamaño, una copa de vino a rebosar de tinto, simboliza la abundancia ideológica en la sociedad capitalista. Sin embargo, en las copas sobre pedestal de los laterales de la sala, la simbología trata la banalidad festiva, cautiva en un mundo cada vez más absorbido por lo natural, lo orgánico; una viva metáfora, crítica con el malestar social actual, pero al fin y al cabo una abstracción para nada concreta, sujeta a cada individuo.

Según señala Perianes, “el engranaje interno de las piezas que podremos ver en la galería es muy similar al de las flores o las plantas carnívoras. Son estructuras que te acercan a una historia que quizás es más cruel o cruda de lo que parece”. De este modo, el artista busca que el espectador quede atrapado y enganchado a sus mecanismos de atracción y repulsión, pese a que no llegue a comprender su mensaje; otorga a su obra la denominación de sin título, dejando al espectador se evada y cree una idea propia, sin que el título influya en su decisión.


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